lunes, 14 de octubre de 2013

ELOGIO DEL SILENCIO II: Zoran Music

Anton Zoran Music (1909-Venecia, 2005) fue un pintor nacido en Gorizia, en la frontera entre Italia y Eslovenia, población que en aquellos tiempos formaba parte del imperio Austro-Húngaro.
Inicialmente admiraba a Klimt y a Schiele, a los que conoció en sus estancias en Viena.
En 1935 se traslada a España, donde estudia y admira la obra de Goya, El Greco o Brueguel.
El estallido de la guerra civil lo lleva a Dalmacia y posteriormente a Venecia, donde en 1944, acusado de participar en la resistencia antinazi, fue arrestado por la GESTAPO, y luego torturado y llevado al campo de concentración y exterminio de Dachau.


Allí, robando de donde podía tintas y papeles sucios, realizó clandestinamente, en una lucha por la sobrevivencia del arte y de la memoria, unos 180 dibujos de lo que veía a diario: a sus compañeros convirtiéndose primero en esqueletos andantes por el hambre y las torturas, luego muriendo en hornos crematorios, en el pabellón de tifus (a donde los nazis no entraban por miedo al contagio) o ahorcados, y por último, ya vueltos cadáveres, amontonados en pilas como basura o troceados como reses.

De milagro sobrevivió, y esos dibujos sirvieron de bocetos a la serie de pinturas y grabados que, con el obsesivo título de Nosotros no somos los últimos, son un testimonio de los horrores a los que pueden enfrentarse los seres vivos.

Por su valor artístico, la obra de Music va más allá de la crónica de un sólo hecho histórico: Sus retratados son las víctimas de Dachau, pero también son las víctimas de cualquier represión. Pocas cosas hay más parecidas entre si que un cuerpo asesinado a otro.
"Toda mi pintura ha girado en torno a un solo tema: el paisaje desértico que es la vida”.








3 comentarios:

  1. ¿Has leido Maus, de Art Spiegelman? La montaña de cadáveres estoy seguro de que le ha servido de inspiración.

    Aparte de lo anterior, no se bien que se puede comentar, suena todo a hueco.

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    1. Si lo he leído, efectivamente poco hay que comentar ante esta pintura, en cualquier caso me parece magnífica no solo por su demoledor mensaje, sino por su técnica y su factura. La última imagen, la del hombre sentado con el fondo en dorado que torna en caldera, tiene muchísimo de Friederich y de Rothko, (las cosas que me gustan vamos...)

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  2. El elogio del silencio, valga la contradiccion (Luis Manteiga Pousa)

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