miércoles, 5 de diciembre de 2012

La mirada de Medusa

 
Medusa era una de las tres Gorgonas junto con Esteno y Euríale; las tres eran hijas de dos divinidades marinas, Forcis y Ceto. Esteno y Euríale eran inmortales y solo Medusa era mortal.
 
Estos tres monstruos habitaban en el occidente extremo, no lejos del reino de los muertos, del país de las Hespérides y de los Geriones. La cabeza de Medusa estaba rodeada de serpientes, tenía grandes colmillos, semejantes a los del jabalí, manos de bronce y alas de oro que le permitían volar. Sus ojos echaban chispas y su mirada era tan penetrante que el que la sufría quedaba convertido en piedra. Constituía un objeto de horror y espanto no solo para los mortales sino también para los inmortales. Solo Poseidón no temió unirse con Medusa a la que dejó encinta.
 
Perseo dió muerte a Medusa cortándole la cabeza gracias a las sandalias aladas que le regaló Hermes. Para no mirarla, utilizó como espejo su pulimentado escudo, con lo cual no hubo de temer la terrible mirada del monstruo. Del cuello cercenado de Medusa salieron Pegaso, el caballo alado, y Crisaor.
 
En la época Helenística, la leyenda incorporó el origen de la pobre Medusa como víctima de una metamorfosis ya que comenzó siendo una bella doncella que se sentía especialmente orgullosa del esplendor de su cabellera y se había atrevido a rivalizar con Atenea en hermosura. Por eso, con el propósito de castigarla por su osadía, Atenea transformó los cabellos de Medusa en serpientes y aprovechó su cabeza cortada por Perseo para ponerla en su escudo y fulminar con su mirada a los enemigos.

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